Monday, November 21, 2016

El otro

La docencia está basada en el reconocimiento del otro; el otro siempre ha estado en consideración de una u otra manera. Todo parte del principio comunicativo y por tanto para que el mismo exista debe haber un emisor y un receptor, más allá del debate pedagógico acerca de los roles. Ahora, si discutimos esos roles, es evidente que estamos en un momento histórico en el cual la comprensión del otro es fundamental de cara al postacuerdo en el contexto colombiano. Por otro lado, en el deporte la competencia es uno de sus fundamentos y por tanto, para que haya competencia debe haber otro con quien competir; al menos así está planteado en los tiempos que vivimos.

El fútbol, junto al ciclismo, ocupa un lugar especial en la agenda deportiva del ciudadano colombiano. Es posible que incluso tenga más importancia que temas como la religión o en algunos casos la política. Ahora, en nuestro contexto el ambiente de fútbol siempre se ha visto afectado por actos de intolerancia entre hinchadas y fanáticos de diferentes equipos. La falta de reconocimiento del otro y de sus diferencias nos lleva como sociedad a una confrontación para establecer un modo de pensar sobre el otro.

A través de esta pequeña muestra, pretendo relacionar el contexto educativo con el contexto futbolero, en el marco de dos conceptos: otredad y subjetividad. Entender y reconocer al otro con sus diferencias para la construcción conjunta con base en las similitudes.

Créalo Mompi
Lewandowski consuela a su ex-amigo Marco Reus mientras le hace calle de honor a su ex-equipo el Borussia.Dortmund. Final Copa Alemana. Mayo 22 de 2016.

Gemelos. Campaña #JuguemosJuntos de la televisión argentina.


Parceros! Previa al clásico de fútbol Medellín – Nacional. Medellín. Marzo 20 de 2016. Estadio Atanasio Girardot.

                  Diego y Gabriel milito. Hermanos y reconocidos futbolistas uno por el lado de Racing y el otro por el lado de                                           Independiente, ambos equipos de Avellaneda, ciudad portaría de la provincia de Buenos Aires.

Thursday, October 27, 2016

Sir Leonel

Cuando Leo volvió al Rojo, muchos nos alegramos porque creemos que, con él, el equipo se llena de una mística maravillosa. En ese entonces, le dije a un amigo que, para mí, Leonel debería ser como nuestro Ferguson, dejarlo años y años. Sobre todo, después de demostrar dos veces, que acá él puede ser campeón.

Después del martes muchos pensamos que el ambiente estaba demasiado contaminado para que Leo siguiera y que era mejor un cambio de técnico. Hoy, sigo convencido de querer a “Sir Leo” por mucho más tiempo. 

La razón es simple: los procesos, desde su definición, se deben considerar de largo plazo para que tengan un largo alcance. Yo no quiero que el Medellín sea campeón cada 6 años, sino que la institución crezca y podamos hablar de un equipo de fútbol que además, tiene alto impacto no solo deportivo, sino que sea también un referente económico y cultural, y la única manera de lograr esto es mantener un equipo de trabajo que, si bien necesita retoques (la salida del señor Congote por ejemplo), debe mantener un crew base, la columna vertebral…igual que un equipo de fútbol; o piensan ustedes en un nuevo súper DIM sin David en el arco, Mosquera en la defensa, Marrugo en la mitad y Castro adelante?

La salida de Congote no la pido solamente por su polémica declaración de “No juegan sino 11. Si tenemos 30, imagínese, quedarían 19 para unos supuestos cambios”, sino porque inmediatamente después afirma que “Siempre los cambios se deben (de) dar acorde con lo que vaya saliendo”, lo que demuestra una clara falta de planeación; eso es lo como decir que, para que hacer goles si no vamos perdiendo. No me extraña que el fulano piense así, lo que sí me preocupa es que la junta directiva comparta esa misma idea, especialmente porque desde que llegó este nuevo equipo administrativo, han mostrado estar a la vanguardia en el manejo de un equipo tan grande como el Poderoso.

Por otro lado, en estos casos las responsabilidades son conjuntas y hay que reconocer que el DT se ha equivocado. Normal, pero en algunas situaciones es importante reconocer que nos equivocamos como punto de partida para cambiar lo que sea necesario. No digo que Leonel deba sentarse con nosotros los hinchas y hacer lo que queremos, pero se me ocurre que, con la plata que mandaron a Congote para argentina en busca de técnico (teniendo a Leo en el banco), mandemos a Leo para Europa en diciembre que acá no hay torneo y allá se sigue jugando, que mire partidos, que hable con técnicos, al fin y al cabo, no se puede exigir resultados si no se dan las herramientas para trabajar.

Tenemos un claro problema de definición, creamos las opciones, pero no la metemos. Eso no es mala suerte, es mala puntería y claridad. Así que contratemos un entrenador de 9s. Yo soy profe y creo que el principio de muchas cosas es la educación y la formación, por tanto, si hay una falla hay que ver si se está haciendo todo lo posible o no para corregirla desde la base. Contratar a un goleador es la respuesta inmediata pero una vez este se vaya, caso Cano, o se lesione, caso Castro, se evidenciará la falta de planeación, esa misma que creo es la razón para que el tal Congote salga de la institución.

Yo no sé de internas en el camerino, no conozco a ningún directivo y mucho menos a Leonel. Hablo desde la tribuna, desde el corazón y con esto voy a los jugadores. Es claro que el plantel es corto, pero si a eso le sumamos que en los que hay, algunos no merecen volver a usar “la sagrada” nunca jamás en sus vidas, la situación se vuelve mucho más crítica. En mi opinión personal, Valencia y Burbano merecen la liquidación de una vez; que salgan a unas inmerecidas vacaciones, pero que salgan ya. Acá volvemos a las responsabilidades del DT y en esta, Leo si tendría que reflexionar.

Por último, la hinchada. Uno no puede cantar “Y no me importan lo que digan mis amigos, que el rojo nunca ha ganado nada, lo llevo y lo digo con orgullo, Rojo es mi corazón, Medellín mi gran amor…” y estar precisamente, comparándose con el equipo de los amigos, o pidiendo la cabeza hasta del pobre Fidel, la mascota del Rojo. Vuelvo a la conversación con mi amigo quien me decía, “Como así men, ¿entonces la solución es acabar con todo y volver a empezar?” … medio ilógico ¿no?

Entiendo que las cosas se pudieron haber hecho de mejor manera, pero lo que debemos hacer es aprender de la experiencia. Hasta hoy, el 2016 sigue diciendo que somos los Campeones de Colombia y gateando, llegamos a 4tos de final de un torneo internacional; eso sin contar que seguimos líderes de la reclasificación y en carrera en el torneo local, lo cual no es poco teniendo en cuenta que podríamos ser Campeones de los dos torneos del año.

Llevamos dos años de proceso con resultados evidentes, un equipo económicamente sano, con crecimiento constante y competitivo nuevamente. El camino sigue, por tanto, si vamos en la dirección correcta, hagamos los ajustes necesarios, pero no tiremos todo por el barranco. Al fin y al cabo, el Rojo es un sentimiento, ¡no puede parar!

“…Hay una cosa que te puedo asegurar, que al poderoso no lo vamo´ a abandonar…”

Créalo Mompi

Wednesday, October 12, 2016

En tiempo de descuento

En mis 32 años de existencia, ningún año ha sido tan futbolero como éste. En la última fecha FIFA por ejemplo, el total de partidos superó los 75 en dos semanas. 75! Hemos tenido la oportunidad de ver partidos tan atractivos, apasionantes y casi tan fulminantes, que las emociones han estado al borde de enviarnos de fiesta a celebrar, o de clínica, especialmente cuando uno es hincha del Medellín.

Pero el fútbol sin goles, sea viendo un ballet como el Barcelona de Guardiola, o esa recocha que era el Manchester de Van Gaal, deja de ser una realidad y pasa a ser una intención. El fútbol está pensado para anotar, si no se logra, siempre va a quedar la sensación de que le faltó “algo” al partido; y los goles, así como las mujeres, son amores, y vaya si son amores. Chilenas, tiros libres, olímpicos, desde la mitad de la cancha, de rebotico, con la mano (de dios), de penal y hasta autogoles, son celebrados a radiar por las hinchadas que lo disfrutan como propios y condenados por las hinchadas que los sufren como propios.

Dentro de ese amplio menú y opciones de gol que tenemos, hay uno que, no es el más deseado, pero posiblemente sea el más celebrado…El gol en tiempo de descuento. Por muchos motivos el gol en tiempo de descuento, o rayando los 90 minutos, genera sensaciones prácticamente indescriptibles. “Es como un orgasmo” dirán los más atrevidos, pero en mi caso, y sin desconocer las maravillas orgásmicas, ni siquiera eso es comparable. Sino pregúntele a Maradona que sintió cuando Palermo, bajo un torrencial aguacero, a los 92+17 segundos, hizo el gol del 2-1 en un partido que, con el empate, prácticamente dejaba a Argentina afuera del mundial de Alemania .

En mi archivo personal, guardo tres de esos goles que, en el último suspiro y cuando todo parecía ya sentenciado, arrancaron gritos que aún hoy, puedo escuchar claramente en mi memoria.

El rugido del Tigre: En las Eliminatorias para ir a Brasil 2014, con Leonel, “El Putas”, dirigiendo desde la raya, Colombia jugaba contra Bolivia en La Paz, y después de haber picado en punta y de haber concedido el empate, lo que sufrimos como hinchas fue una avalancha boliviana, que a punta de ganas y de altura (la de La Paz) nos empataron y casi que nos tenían con el segundo listo. Pero el fútbol, dentro de su lógica ilógica, se nutre de momentos que no se pueden explicar. Minuto 92+37 segundos, contragolpe, pase filtrado de James a Dayro Moreno, me paro de la silla, quien la cede al Tigre Falcao que viene solo por la mitad, empuño la bandera, el resto… Preguntenle a Múnera Eastman “El Paisita” https://www.youtube.com/watch?v=SBocfKB3gnw
GOL HIJUEPUTA!... y a llorar.

Ray Vanegas ídolo: Los hinchas del Medellín nacimos para sufrir. Esa consigna más que una sentencia, parece que nos llenara el pecho, pero sobretodo, es un escudo protector para poder aguantar tandas de penales en semifinales de 22 disparos, 45 años sin títulos y goles a último minuto que nos roban campeonatos como en aquel fatídico 1993.

El 2012 no parecía ser la excepción. Diciembre 9, última fecha de los cuadrangulares finales y Medellín se jugaba la oportunidad de pasar a la final mientras al mismo tiempo en el Atanasio, Nacional buscaba el paso a la final frente a la Equidad. Si el Medellín ganaba, aseguraba el cupo, cualquier otro resultado, dejaba a Nacional con el tiquete a la final, siempre y cuando ganara su partido, y así fue. De manera fácil, Nacional ganó y solo quedaba esperar que terminara el partido entre Itagüi y Medellín en Ditaires que, con los 90 minutos ya cumplidos, mantenía el 0-0 irrompible.
Esa vez yo estaba en Santa Elena sin televisor, con un pequeño radio que, con interferencia, me servía de puente para saber que estaba pasando. Ya el partido en el Atanasio había terminado y en las casas y veredas vecinas se escuchaba la pólvora de celebración, aun cuando al partido en Ditaires le faltaban algunos segundos para terminar. El Medellín atacaba como podía, el goleador lesionado, miraba desde la grada como se escapaba la oportunidad de jugar la final; la gente en la tribuna y yo en Santa Elena, no podíamos hacer otra cosa que no fuera esperar que “El Milancito” anotara, de cualquier manera, pero que anotara, mientras en mi cabeza repetía una y otra vez, “Un segundo para un gol”, como me decía constantemente mi amigo Cachis, una vez mientras veíamos al Liverpool, por televisión, tratar de remontar un partido que estaba más embolatado que el ascenso del América.

Minuto 91+42 segundos. Tiro de esquina a favor del Rojo. Que suba hasta Castellanos a cabecear gritaba desesperado el comentarista mientras yo, de dedos cruzados imploraba al cielo que se nos hiciera el milagro. Recuerdo que estaba parado en la mitad de la sala, pegado al radio, de frente a la chimenea. Centro de Hernandez, cierro los ojos en un intento desesperado para escuchar mejor, cabezazo de Mena y en la raya Ray Vanegas mete el gol y nos da el paso a la final. Mientras en la radio la algarabía y felicidad era Roja, yo, de rodillas en la sala escuchaba el silencio de la pólvora, mojada, de los vecinos. ¡GOLAZO HIJUEPUTA, GOLAZO! Y a llorar

Cristian Camilo Marrugo “Acevedo”: Primera final en el estadio con mi hija de 6 años en ese entonces y quien desde el primer día en la cancha la tuvo clara. “El Medellín siempre hace gol en el último minuto”, fue el saludo de bienvenida que le dieron los amigos del estadio y la final se iba a encargar de mostrarle que sí, que con el Rojo si no se sufre, no es del Rojo.

Desde que llegó al DIM, el 17 es el dueño del balón y de la magia. Con él, todo es posible, sin él, nada vale la pena y en la más reciente final, contra Junior, esto iba a quedar sentenciado. Después de anotar el 1-0, y de aguantar hasta el final el resultado, el Junior tenía un tiro de esquina a los 92 minutos para empatar y dañarnos la fiesta. Hasta el arquero subió a cabecear buscando el anhelado empate, mientras en la tribuna, cogido de la mano con mi hija, trataba de aparentar tranquilidad, aunque por mi cabeza pensaba que, siendo el Medallo, hasta que no pitaran no había nada seguro. Centro corto, un rechazo, “sacála de ahí” alcanzo a gritar, le queda a un jugador contrario pero la pelota pica con efecto; “será que sí?”, pienso y agarro aún más fuerte la mano de mi hija (después del partido me dijo “Pa’, la próxima no me aprietes tan duro”); la coge Cabezas, “A Marrugo, dásela a Marrugo” grito desesperadamente y así fue. Contragolpe letal, campo abierto para el gol del título y la consagración, pero es el Medellín. No hay nadie en el arco y Cristian Camilo la lleva desde la mitad de la cancha hasta el arco, mientras expectante, no soy capaz de pronunciar palabra y sigo agarrado de la mano de mi hija. Minuto 92+20 segundos, gol del 17, gol del título, ¡este año SIX! Abrazo de gol con mi hija, felicidad plena, casi, ataque al corazón. https://www.youtube.com/watch?v=okCI7nsPnfE


El gol en tiempo de descuento nos enfrenta al temor del resultado adverso, pero nos recompensa con la oportunidad de dejar salir un grito contenido durante 90 minutos de fútbol. Es un bálsamo, un orgasmo, un desahogo y más, ¡mucho más!

Créalo Mompi

Friday, September 30, 2016

Lo bueno del SÍ…y del No

A dos días de las votaciones por el SÍ o el No en el plebiscito, sigue existiendo una diferencia marcada entre los que están a favor y los que están en contra del mismo. Más allá de los argumentos de lado y lado, el país se ha volcado en una discusión, unas veces acertada y otras no tanto, frente a la decisión determinante que estamos a punto de tomar. Este ejercicio de discusión y de reflexión frente al tema, es muy importante porque demuestra que la sociedad colombiana está dispuesta a asumir un rol protagónico en este momento histórico para el país.

Lo bueno del SÍ…y del No, es precisamente eso. Nos convocó a la gran mayoría y acatamos el llamado, es cierto que desde diferentes orillas, pero nos hicimos presentes. Sin saber mucho de definiciones catedráticas desde la política o la historia, me atrevo a decir que esa es la gracia del ejercicio democrático; que, sin importar el color o la bandera de preferencia, nos podamos encontrar en el diálogo abierto, donde cada uno pueda expresar sus opiniones y puntos de vista, sin miedo a ser silenciado como ha pasado por mucho tiempo en el país del sagrado corazón (no el de Paloma Valencia con la cara de Uribe, por supuesto).

Ahora bien, lo que se viene después de las elecciones del próximo domingo es un reto aún mayor. La construcción de esa Paz duradera que nos promete el voto por el SÍ solo será posible si, como país, entendemos que las decisiones y las rutas que sigamos dependen también de cada uno de nosotros, y aunque suene a “cliché”, así es. Ayer a su llegada a Medellín, Claudia Lopez, senadora y promotora del SÍ, dijo en declaraciones algo que me llamó la atención:

“La segunda prioridad es CONSTRUIR LA PAZ; No nos pudimos poner de acuerdo en cómo acabar la guerra con un sector de la sociedad de Colombia...pero lo sé, me consta, porque voy a foros con ellos todos los días, que tenemos muchas más coincidencias en cómo construir La Paz, que diferencias de cómo terminar la guerra… tenemos muchos más acuerdos con todos los sectores de la sociedad incluso muchos de los que van a votar por el No, sobre cómo construir Paz… Así que creo que lo que sigue es… la construcción de Paz con los que también van a votar No, porque ésta Paz también es para ellos. Ésta Paz no fue CON los que votan No, pero ésta Paz es PARA y POR los que también votan No, porque ellos también son colombianos, y porque con ellos tenemos muchas más coincidencias sobre el futuro de Colombia que sobre el pasado de Colombia”

No puedo decir más que estoy totalmente de acuerdo con la senadora. Es hora de dejar de mirar atrás y concentrarnos en lo que se viene, el futuro de un país que parece haber estado haciendo una siesta histórica y que se encuentra con esta posibilidad de despertar y empezar a construir nuevos caminos. Mi voto es por el SÍ, convencido. Y como he escuchado de gente a la que admiro mucho, “esta vez SÍ tengo muchas ganas de votar”.

Estoy seguro que, de ganar el No, desaprovecharíamos una oportunidad única de reconfigurar de cierta manera, el mal llamado “orden” del país. Si gana el SÍ, espero que podamos sentarnos y entre todos, emprender una tarea de largo trayecto, donde ese pasado regado por sangre, tomas a pueblos, bombardeos de un lado y del otro y sobre todo, millones de víctimas (más de 7 millones…estoy seguro que son muchas más), quede por fin como un recuerdo y a partir de este, pensemos en un mejor proyecto de país para nosotros y para los que vienen.

Por Anabella, ojalá que SÍ.

#ClaroQueSÍPapá #SÍALaPaz

Créalo Mompi

Monday, September 26, 2016

SÍ! Porque.../1

En la pasada Fiesta del Libro (diría que la mejor de las que he podido ir), vi un libro que se llama "El 9", de Albeiro Lopera. Ese libro es un recorrido fotográfico por la guerra en Colombia. La verdad, pocas cosas me han movido tanto. Me di cuenta que en verdad no me ha tocado la guerra, pero a mucha gente SÍ.

Uno de los temas más jodidos de este acuerdo es el de las penas para los desmovilizados y lo entiendo. Pero al mismo tiempo creo que sobre la muerte de más de 267.000 personas no hay pena que valga. Nada es equivalente a una vida, menos a esa cantidad (seguramente son muchos más). Así que, si los mandan a la cárcel o no, para mi no repara nada y pienso en las personas de las fotos de "El 9" y estoy convencido que ese dolor y ese terror no lo repara nada.

Pensando en eso y en ellos precisamente, voto convencido SÍ. Porque prefiero honrar la memoria de esos más de 267.000 muertos sin odios o rencores por lo que pasó, sino con toda la ilusión y convicción de que las cosas van a estar mejor.

Al fin y al cabo, soy hincha del Medellín.

#ClaroQueSÍPapá #SÍALaPaz

Créalo Mompi 

Friday, September 16, 2016

La diferencia

Cada domingo, sea de un color u otro, la ciudad se concentra alrededor del Coloso de la 74 para alentar como si no hubiera mañana al equipo de fútbol que haga las veces de local. Es una procesión autónoma, no hay cura, sacerdote o padre alguno que haya dicho que es un mandamiento ir al estadio cada vez que el equipo de los amores juegue de local, sin embargo, es más importante que cualquiera de los mandamientos. El fútbol, así como muchas otras manifestaciones sociales, es una radiografía de lo que somos como individuos, y como conjunto. Como no ha de serlo, si los que juegan son parte de nosotros, de nuestros barrios, de nuestras comunas, de nuestras familias, del combo de parceros, de la recochita en la plaquita de la unidad, de la “Copa América” infantil, del partido de solteros contra casados, del torneíto vacacional, de las reuniones de padres de familia, de las filas en el supermercado, de los tacos, de la fiesta.

Es imposible desligar al uno del otro, al fin y al cabo, en términos sociales, nuestros comportamientos no son fruto de la casualidad. Que hayan matado a un hincha antes del clásico no es porque sí. Eso somos, sí, eso somos. Somos incapaces de reconocer al otro, de aceptar la diferencia, de convivir con la diferencia; el diferente no hace parte de nosotros, lo excluimos y si no lo podemos excluir, lo matamos. Hay que acabar con la diferencia, el diferente no juega fútbol, no hace parte de la recocha, mucho menos del combo. El diferente no es soltero, no es casado, el diferente no es, no puede ser.

En el estadio, ya en el interior, quitaron las mallas, pusieron silletería en todas las tribunas, hay toda una logística preparada para casi cualquier contingencia. Aun así, no hay una estrategia o herramienta que re-forme el comportamiento del hincha, del ciudadano. A aquel que no saluda cuando entra a un lugar, o no se despide cuando sale, le estamos pidiendo que no insulte, que reconozca al otro, a ese otro que no saluda, ni del que se despide. A aquel que excluye, que mata al diferente, le estamos pidiendo que no agreda al contrario, que lo deje ser, que lo deje jugar. Como sociedad pedimos, pero no damos, no educamos, no articulamos maneras de hacer al hincha, un ciudadano, un buen ciudadano, un ciudadano que reconozca al otro, que conviva con la diferencia, que salude y se despida, que no mate al diferente, sino que le dé vida.

Los “hechos aislados” donde se enfrenta un lado contra el otro, donde hay disturbios, donde el que pierde acaba con lo que encuentra, con el que encuentra, donde el que gana celebra sobre lo que encuentra, sobre el que encuentra, no son aislados. Aprendimos que la derrota es inaceptable y que el triunfo es lo más importante, más que el otro. En la cancha todo es un alegato, una pelea: una falta, un fuera de lugar, un tiro de esquina, una lesión, un penal, un gol, una expulsión. Todo se pelea porque, perder es inaceptable. La misma histeria de la cancha se vive en la tribuna, a las afueras del Atanasio, en las calles, en el taxi, en las cabinas de transmisión, en los barrios, en las casas, en las familias. Esas mismas familias que ya no van al estadio, porque el estadio ya no es para las familias. La histeria nos absorbe, nos domina y nos trans-forma; nos transforma en aquel que no saluda y que no se despide, aquel que hace invisible al diferente, al otro. El ganador no celebra el triunfo sino la derrota del otro. Es como el vecino aquel que saca los parlantes del equipo de sonido y los hace sonar toda la noche, no para él, sino para el otro, porque la fiesta no es para él, es para molestar al otro. El pícaro es aplaudido, el honesto es abucheado.

La ciudad es una ciudad de unos, no de otros. Los unos mandan porque los otros no existen, ni lo que el otro piense, ni lo que diga, ni lo que haga afecta al uno. El uno ha crecido con la idea de la indiferencia hacia el otro, hacia el ciego, el homosexual, el negro, el blanco, el rico, el pobre, el discapacitado, el poeta, el escritor, el profesor. Y el otro se ha conformado, se ha resignado, no exige que se le salude o que se despidan de él. El otro, así como el árbitro que acepta pechazos, madrazos, manotazos, porque son los calores del momento, se acostumbró a ser tratado a las malas, o peor aún, a no ser tratado; los conductores de transporte público, en su mayoría, manejan como si llevaran ganado, y parece que nos creyéramos el cuento porque nos comportamos como animales.

Eduquémonos, encontrémonos, aceptemos la diferencia, celebremos los triunfos, aprendamos de las derrotas, el partido sigue y todavía hay tiempo de hacer una pared, uno, dos, tres pases, un centro, un cabezazo y un gol.


Créalo Mompi.

Thursday, September 8, 2016

Claro que SÍ Papá!

A menos de un mes de lo que sin duda se vislumbra como uno de los días más importantes en la historia colombiana, las posiciones frente a los acuerdos de Paz logrados en La Habana, entre las FARC y el Gobierno Nacional se encuentran claramente divididas. Un SÍ o un NO, han sido suficientes para polarizar un país que, en mi opinión, ya estaba polarizado, solo que ahora se hizo público y cada uno desde su lugar está haciendo lo posible para adherir gentes a cada una de las partes.

Curiosamente, el único que ha sido capaz de unir ambas partes sin querer queriendo fue Pekerman, director de “La Sele”, quien al alinear en la titular contra Brasil a Stefan Medina, puso la carnada perfecta para que los del SÍ y los del NO, nos sentáramos a ver, la falta de calidad del poste, perdón, del lateral colombiano y se escuchara al unísono el ¡NO!

Es de hecho, el único NO que apoyo y defiendo…claramente lo defiendo mejor de lo que defiende el poste de Medina.

En verdad, me queda muy difícil entender a los que quieren que, como país, nos neguemos la posibilidad de pensar en La Paz como una opción viable para construir un mejor país de cara al futuro. No me voy a detener en los detalles del acuerdo porque creo que en internet hay suficientes fuentes de donde sacar la información. De igual manera, tampoco pienso pararme en la raya del SÍ para tratar de convencer a aquellos de la vereda del frente.

Si nos sentamos a debatir las razones del SÍ o del NO, posiblemente volvamos a la encrucijada a la que hemos arribado en conversaciones casuales con allegados a la opción contraria. Así que más que un intento de convencimiento, es una invitación. Hay que decirle SÍ a la vida, a las oportunidades. Creo que el debate por parte y parte se ha basado en gran medida en lo que ha pasado y por supuesto que hacer un reconocimiento a la memoria es importante para la di-solución de los conflictos, pero debemos ir más allá y pensar en las oportunidades que esta decisión nos puede brindar o no para el futuro.

“No hay peor ciego que el que no quiere ver” posiblemente sea lo que pienso cuando me encuentro con esas opiniones que, cual loros repiten los partidarios del no, en cabeza del innombrable. Así que a falta de argumentos que los haga entrar en razón, usaré un ejemplo futbolero.

En “el mundo redondo” del fútbol, es común decir que equipo que gana no se cambia, no se toca. Y claro, la continuidad es necesaria cuando tenemos 11 sujetos con características distintas tratando de alcanzar la misma meta que es hacer más goles que los otros 11. Si extrapolamos esto al momento actual, me atrevo a decir que llevamos más de 50 años “jugando” contra las FARC y aunque cambiamos los protagonistas, el planteo no ha sufrido mayores cambios hasta ahora y aun estando cerca, no hemos podido encontrar la forma de anotar y llevarnos los 3 puntos.

Cuando la técnica individual no alcanza, acudimos a la táctica, pero en este caso, la táctica tampoco nos ha servido para derrumbar la extrema defensa de las FARC y seguimos en tablas. Dicho esto, veamos los acuerdos y el SÍ el próximo 2 de octubre como una táctica nueva. Al fin y al cabo, no podemos seguir atacando(nos) por otros 50 años sin hacer un gol.

#ClaroQueSÍPapá #SiALaPaz

Créalo Mompi



Wednesday, August 24, 2016

NEGROS TENÍAN QUE SER

Se acabaron los Juegos Olímpicos y nos queda el recuerdo de un montón de medallas, marcas, alegrías y algunas cuantas desilusiones. Pero lo más importante, nos queda el corazón inflado por ese puñado de colombianos y colombianas que nos representaron con orgullo y nos llenaron de alegría con cada una de sus presentaciones.

De las 8 medallas obtenidas por Colombia, solo dos fueron obtenidas por deportistas que no son de raza negra (Mariana Pajón y Carlos Ramirez), ambos ciclistas BMX. Las otras 6 llegaron llenas de color.

Ante cada uno de los restantes 6 triunfos, nos paramos frente a las pantallas a gritar con orgullo, como si ellos a la distancia nos pudieran escuchar. Dejamos la garganta, las palmas y algunos hasta las lágrimas al ver la consagración de Oscar Figueroa, Caterine Ibargüen, Yuberjén y demás. Expresiones como “Vamos MI negra”, “Así es MI negro”, “Vos sos más, negra hermosa”, etc… se hicieron frecuentes durante las olimpiadas.

Entendería cualquier incauto que más que orgullosos, defendemos y vemos por ellos, por “NUESTROS” negros como en ningún otro lugar del mundo. Es que semejante sentido fraternal no se puede fingir, ni debe ser a cuenta gotas, mucho menos a medias, pero…

El pasado junio, por allá por la primera semana, un derrumbe cayó sobre la vía Medellín-Quibdó, y puedo decir con certeza que hasta el sol de hoy, más de uno sigue sin saber cual fue el saldo total de víctimas. Días después de la tragedia, los socorristas de diferentes partes, se acercaban a ayudar, pero nunca encontraron el apoyo de las máquinas necesarias para hacer bien su labor. En esa época no había Olímpicos; en esa época, los de Quibdó, no eran “NUESTROS” negros.

El 20 de Julio, la comunidad chocoana decidió no izar la bandera de Colombia sino la de su propio departamento, en un intento por llamar la atención de las autoridades del país, sobre la crítica situación en la que se encuentra el departamento. Sin embargo, apenas hasta el pasado 22 de agosto, se llegó a un acuerdo, luego que la comunidad chocoana decidiese entrar en paro cívico hasta no tener una respuesta o ayuda por parte del gobierno nacional.

Después de firmar un pre-acuerdo sobre algunos puntos críticos, quedamos a la espera primero, que los principales promotores del paro acepten las condiciones firmadas y segundo, que el gobierno cumpla.

Dicho esto, las manifestaciones que como sociedad hemos hecho para apoyar al pueblo de donde han surgido muchas de “NUESTRAS” alegrías olímpicas (y deportivas), han sido minúsculas. No he visto a nadie frente a las pantallas gritando, o tan siquiera mostrando un poco de rebeldía. Tampoco he escuchado a nadie decir, “Vamos MIS negros” o similares gritos que parecían querer traspasar “las montañas de mi tierra”, para ir hasta Rio.


De hecho, aun cuando estamos más cerca, geográficamente, pareciera que ese pueblo de negros está lejos, tanto que dejan de ser “NUESTROS”. Así que la próxima vez que vea a un deportista colombiano defender los colores de la bandera, y antes de vociferar posesivos sin sentido, piense que ese “MI negro” que va a gritar, se lo debe a un pueblo al que el país entero se ha encargado de darle la espalda… Negros tenían que ser.

Créalo Mompi

Tuesday, August 16, 2016

Muy Olímpicos

4 medallas, 2 de oro y 2 de plata. ¡Oh júbilo inmortal! El pasado domingo 14 de agosto no fue un día cualquiera en la historia del deporte colombiano. Por primera vez en el recorrido olímpico, Colombia gana más de una medalla dorada en la misma edición de las justas. Además, la historia de Yuberjen Martinez y su casita, hizo que más de uno volteara a mirar a esa esquina oxidada, y en muchas ocasiones olvidada, del boxeo nacional. Orgullo y felicidad en los corazones de los millones que desde cualquier lugar buscamos una pantalla para ser testigos de la historia.

Sin embargo, la estadística es desechable frente a dos "declaraciones" que al verlas, confirmaron la grandeza de los deportistas colombianos. A mediados del domingo, Yuberjen se montaba al cuadrilátero para tratar de arrebatarle la dorada a un uzbeco quien, sin duda, llegaba como favorito, así que sin importar el resultado, para mí Yuberjen ya era ganador absoluto.
Primer round, 0-1; segundo round, 0-2; tercer round, 0-3. Victoria por decisión unánime para el uzbeco. Y cuando parecía que siempre era la misma historia del casi colombiano (recordemos que somos expertos en casi…), Yuberjen tomó la mano del campeón y en una muestra de respeto, honor y sobre todo agradecimiento, aceptó con una sonrisa que el ganador era quien, hasta hace unos minutos, lo dejaba en segundo lugar a punta de golpes.

“Eso no es de colombianos”, pensé.

Casi a las 6 de la tarde, Caterine Ibargüen empezaba el camino hacia una medalla de oro olímpica esquiva hace 4 años en Londres, pero que parecía ahí, al alcance de la mano… aunque debería decir de los pies. Situación muy diferente a la de Yuberjen, claro está. Caterine es número uno del mundo, campeona reinante de la Liga de Diamante, físicamente superior, mentalmente superior (aparentemente).
La primera imagen que me muestra el televisor es la de los estiramientos previos. Ahí está ella, como siempre, bailando, sonriente, tranquila. Pasa mucho tiempo entre ese primer pantallazo y ese salto de 15.17 metros que la puso en lo más alto del podio olímpico. Oro para Colombia, ¡Oh júbilo inmortal! Sin embargo, en esta hazaña hay dos momentos que me impresionan casi tanto como esos 15.17 metros que saltó Caterine.

Siempre he creído que a veces en los momentos críticos, cuando más se necesita tener la tranquilidad y confianza en uno mismo para lograr llegar a una meta, a un triunfo, los colombianos fallamos por defecto de fábrica. Es como si el peso del mundo nos cayera encima porque “nunca hemos ganado nada”. Pero con Caterine no es así. Ella es una convencida de su categoría y eso es evidente en su comportamiento, en su forma de hablar, en su forma de trabajar y especialmente, en su manera de competir. Cuando todos celebrábamos que Caterine había superado la marca de los 15 metros, la única en hacerlo por demás, apareció una venezolana como un fantasma para amedrentar con llevarse el oro para el país vecino. Más grande fue el susto cuando en otro intento, estuvo mucho más cerca de los 15, mucho más cerca del oro que creíamos tenía asegurado Caterine.

Es allí cuando a mi cabeza vinieron tantos momentos de casi…gloria para el deporte colombiano, sino, pregúntenle a Sergio Luis Henao para no ir muy lejos.

Lo que vino después fue la demostración que Caterine es colombiana, pero con una mentalidad única. “La pantera salió a cazar”, alcancé a pensar cuando vi su mirada a través de la pantalla. La rutina de siempre y a correr: uno, dos, tres saltos… 15.17! Es poco lo que pueda decir para describir la alegría de ese momento. No por el oro (solamente), sino porque Caterine demostró que se puede ganar siendo el favorito y además colombiano, echando tierra a aquel pensar de Menotti quien afirmaba que para ganarle a un equipo colombiano bastaba con decirle que era favorito.

Así que, al llegar a Medellín quiero ver sus declaraciones y busco en internet donde poder verlas o leerlas. Lo que leí a continuación no me cabía en la retina:

“Nada que valga la pena es fácil. Todo hay que trabajarlo con esmero y disciplina.”

Esas palabras deberían volverse parte del himno nacional, repetirlas en los colegios en las mañanas, hacer cartillas escolares, que se vuelvan el ringtone en los celulares de todos, especialmente de los niños. Que en vez de realities, los canales de televisión inviertan en transmitir cuanto evento deportivo haya, en particular aquellos donde estén participando colombianos. Aquello de que “nunca hemos ganado nada” no es más que el pasado. Ahora hemos ganado mucho y así como lo dijo Caterine cuando le dijeron que era la primera medalla de oro para el atletismo colombiano, “vienen muchos más”, y no estaba hablando de ella, en otra muestra de grandeza que no cabe en el mapa del territorio nacional.

Tenemos una oportunidad histórica para cambiar los destinos del país. Es hora que empecemos a ganar también en otros contextos y que mejor escenario para empezar que el Sí al plebiscito para la firma de la paz con las FARC. Decirle Sí al acuerdo es pararse en la pista al igual que Caterine, correr y saltar por un objetivo mayor. Todas las guerras tienen un momento de negociación, y el nuestro más que alegrarnos, ha despertado un ánimo bélico de parte y parte. Se polarizó el país y solo volvemos a ser uno cuando escuchamos que nuestros deportistas están triunfando en los Juegos Olímpicos. Pero los Olímpicos se acaban y nos queda el país, y nos queda una elección que no debería causar ninguna disputa.

Sigo sin entender como hay gente que prefiera que se sigan matando generaciones y generaciones de colombianos, que millones sigan perdiendo sus vidas, sus partes, sus tierras, sus familias enteras, y quieran votar por el No a los acuerdos de PAZ. Pero más allá de convencer al otro, creo que hay que empezar con el convencimiento propio de que la PAZ si se puede lograr. Que al tener la meta tan cerca, tengamos la mentalidad de Caterine y la capacidad para ir a votar por el Sí, convencidos de que esa es la ruta; que no nos quedemos otra vez ahí, a puertas de un cambio que estoy convencido será más positivo que negativo para el país, que no volvamos a ser el país del casi… en este caso, la casi…PAZ.

Créalo Mompi.