4 medallas, 2 de oro y 2 de plata. ¡Oh júbilo inmortal! El
pasado domingo 14 de agosto no fue un día cualquiera en la historia del deporte
colombiano. Por primera vez en el recorrido olímpico, Colombia gana más de una
medalla dorada en la misma edición de las justas. Además, la historia de
Yuberjen Martinez y su casita, hizo que más de uno volteara a mirar a esa
esquina oxidada, y en muchas ocasiones olvidada, del boxeo nacional. Orgullo y
felicidad en los corazones de los millones que desde cualquier lugar buscamos
una pantalla para ser testigos de la historia.
Sin embargo, la estadística es desechable frente a dos "declaraciones" que al verlas, confirmaron la grandeza de los deportistas
colombianos. A mediados del domingo, Yuberjen se montaba al cuadrilátero para
tratar de arrebatarle la dorada a un uzbeco quien, sin duda, llegaba como
favorito, así que sin importar el resultado, para mí Yuberjen ya era ganador absoluto.
Primer round, 0-1; segundo round, 0-2; tercer round, 0-3. Victoria por decisión
unánime para el uzbeco. Y cuando parecía que siempre era la misma historia del
casi colombiano (recordemos que somos expertos en casi…), Yuberjen tomó la mano
del campeón y en una muestra de respeto, honor y sobre todo agradecimiento,
aceptó con una sonrisa que el ganador era quien, hasta hace unos minutos, lo
dejaba en segundo lugar a punta de golpes.
“Eso no es de colombianos”, pensé.
Casi a las 6 de la tarde, Caterine Ibargüen empezaba el
camino hacia una medalla de oro olímpica esquiva hace 4 años en Londres, pero
que parecía ahí, al alcance de la mano… aunque debería decir de los pies.
Situación muy diferente a la de Yuberjen, claro está. Caterine es número uno
del mundo, campeona reinante de la Liga de Diamante, físicamente superior,
mentalmente superior (aparentemente).
La primera imagen que me muestra el televisor es la de los
estiramientos previos. Ahí está ella, como siempre, bailando, sonriente,
tranquila. Pasa mucho tiempo entre ese primer pantallazo y ese salto de 15.17
metros que la puso en lo más alto del podio olímpico. Oro para Colombia, ¡Oh
júbilo inmortal! Sin embargo, en esta hazaña hay dos momentos que me
impresionan casi tanto como esos 15.17 metros que saltó Caterine.
Siempre he creído que a veces en los momentos críticos,
cuando más se necesita tener la tranquilidad y confianza en uno mismo para
lograr llegar a una meta, a un triunfo, los colombianos fallamos por defecto de
fábrica. Es como si el peso del mundo nos cayera encima porque “nunca hemos
ganado nada”. Pero con Caterine no es así. Ella es una convencida de su
categoría y eso es evidente en su comportamiento, en su forma de hablar, en su
forma de trabajar y especialmente, en su manera de competir. Cuando todos
celebrábamos que Caterine había superado la marca de los 15 metros, la única en
hacerlo por demás, apareció una venezolana como un fantasma para amedrentar con
llevarse el oro para el país vecino. Más grande fue el susto cuando en otro
intento, estuvo mucho más cerca de los 15, mucho más cerca del oro que creíamos
tenía asegurado Caterine.
Es allí cuando a mi cabeza vinieron tantos momentos de
casi…gloria para el deporte colombiano, sino, pregúntenle a Sergio Luis Henao
para no ir muy lejos.
Lo que vino después fue la demostración que Caterine es
colombiana, pero con una mentalidad única. “La pantera salió a cazar”, alcancé
a pensar cuando vi su mirada a través de la pantalla. La rutina de siempre y a
correr: uno, dos, tres saltos… 15.17! Es poco lo que pueda decir para describir
la alegría de ese momento. No por el oro (solamente), sino porque Caterine
demostró que se puede ganar siendo el favorito y además colombiano, echando
tierra a aquel pensar de Menotti quien afirmaba que para ganarle a un equipo
colombiano bastaba con decirle que era favorito.
Así que, al llegar a Medellín quiero ver sus declaraciones y
busco en internet donde poder verlas o leerlas. Lo que leí a continuación no me
cabía en la retina:
“Nada que valga la
pena es fácil. Todo hay que trabajarlo con esmero y disciplina.”
Esas palabras deberían volverse parte del himno nacional,
repetirlas en los colegios en las mañanas, hacer cartillas escolares, que se
vuelvan el ringtone en los celulares
de todos, especialmente de los niños. Que en vez de realities, los canales de televisión inviertan en transmitir cuanto
evento deportivo haya, en particular aquellos donde estén participando
colombianos. Aquello de que “nunca hemos ganado nada” no es más que el pasado.
Ahora hemos ganado mucho y así como lo dijo Caterine cuando le dijeron que era
la primera medalla de oro para el atletismo colombiano, “vienen muchos más”, y
no estaba hablando de ella, en otra muestra de grandeza que no cabe en el mapa
del territorio nacional.
Tenemos una oportunidad histórica para cambiar los destinos
del país. Es hora que empecemos a ganar también en otros contextos y que mejor
escenario para empezar que el Sí al plebiscito para la firma de la paz con las
FARC. Decirle Sí al acuerdo es pararse en la pista al igual que Caterine,
correr y saltar por un objetivo mayor. Todas las guerras tienen un momento de
negociación, y el nuestro más que alegrarnos, ha despertado un ánimo bélico de
parte y parte. Se polarizó el país y solo volvemos a ser uno cuando escuchamos
que nuestros deportistas están triunfando en los Juegos Olímpicos. Pero los
Olímpicos se acaban y nos queda el país, y nos queda una elección que no
debería causar ninguna disputa.
Sigo sin entender como hay gente que prefiera que se sigan
matando generaciones y generaciones de colombianos, que millones sigan
perdiendo sus vidas, sus partes, sus tierras, sus familias enteras, y quieran
votar por el No a los acuerdos de PAZ. Pero más allá de convencer al otro, creo
que hay que empezar con el convencimiento propio de que la PAZ si se puede
lograr. Que al tener la meta tan cerca, tengamos la mentalidad de Caterine y la
capacidad para ir a votar por el Sí, convencidos de que esa es la ruta; que no
nos quedemos otra vez ahí, a puertas de un cambio que estoy convencido será más
positivo que negativo para el país, que no volvamos a ser el país del casi… en
este caso, la casi…PAZ.
Créalo Mompi.
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