Tuesday, August 16, 2016

Muy Olímpicos

4 medallas, 2 de oro y 2 de plata. ¡Oh júbilo inmortal! El pasado domingo 14 de agosto no fue un día cualquiera en la historia del deporte colombiano. Por primera vez en el recorrido olímpico, Colombia gana más de una medalla dorada en la misma edición de las justas. Además, la historia de Yuberjen Martinez y su casita, hizo que más de uno volteara a mirar a esa esquina oxidada, y en muchas ocasiones olvidada, del boxeo nacional. Orgullo y felicidad en los corazones de los millones que desde cualquier lugar buscamos una pantalla para ser testigos de la historia.

Sin embargo, la estadística es desechable frente a dos "declaraciones" que al verlas, confirmaron la grandeza de los deportistas colombianos. A mediados del domingo, Yuberjen se montaba al cuadrilátero para tratar de arrebatarle la dorada a un uzbeco quien, sin duda, llegaba como favorito, así que sin importar el resultado, para mí Yuberjen ya era ganador absoluto.
Primer round, 0-1; segundo round, 0-2; tercer round, 0-3. Victoria por decisión unánime para el uzbeco. Y cuando parecía que siempre era la misma historia del casi colombiano (recordemos que somos expertos en casi…), Yuberjen tomó la mano del campeón y en una muestra de respeto, honor y sobre todo agradecimiento, aceptó con una sonrisa que el ganador era quien, hasta hace unos minutos, lo dejaba en segundo lugar a punta de golpes.

“Eso no es de colombianos”, pensé.

Casi a las 6 de la tarde, Caterine Ibargüen empezaba el camino hacia una medalla de oro olímpica esquiva hace 4 años en Londres, pero que parecía ahí, al alcance de la mano… aunque debería decir de los pies. Situación muy diferente a la de Yuberjen, claro está. Caterine es número uno del mundo, campeona reinante de la Liga de Diamante, físicamente superior, mentalmente superior (aparentemente).
La primera imagen que me muestra el televisor es la de los estiramientos previos. Ahí está ella, como siempre, bailando, sonriente, tranquila. Pasa mucho tiempo entre ese primer pantallazo y ese salto de 15.17 metros que la puso en lo más alto del podio olímpico. Oro para Colombia, ¡Oh júbilo inmortal! Sin embargo, en esta hazaña hay dos momentos que me impresionan casi tanto como esos 15.17 metros que saltó Caterine.

Siempre he creído que a veces en los momentos críticos, cuando más se necesita tener la tranquilidad y confianza en uno mismo para lograr llegar a una meta, a un triunfo, los colombianos fallamos por defecto de fábrica. Es como si el peso del mundo nos cayera encima porque “nunca hemos ganado nada”. Pero con Caterine no es así. Ella es una convencida de su categoría y eso es evidente en su comportamiento, en su forma de hablar, en su forma de trabajar y especialmente, en su manera de competir. Cuando todos celebrábamos que Caterine había superado la marca de los 15 metros, la única en hacerlo por demás, apareció una venezolana como un fantasma para amedrentar con llevarse el oro para el país vecino. Más grande fue el susto cuando en otro intento, estuvo mucho más cerca de los 15, mucho más cerca del oro que creíamos tenía asegurado Caterine.

Es allí cuando a mi cabeza vinieron tantos momentos de casi…gloria para el deporte colombiano, sino, pregúntenle a Sergio Luis Henao para no ir muy lejos.

Lo que vino después fue la demostración que Caterine es colombiana, pero con una mentalidad única. “La pantera salió a cazar”, alcancé a pensar cuando vi su mirada a través de la pantalla. La rutina de siempre y a correr: uno, dos, tres saltos… 15.17! Es poco lo que pueda decir para describir la alegría de ese momento. No por el oro (solamente), sino porque Caterine demostró que se puede ganar siendo el favorito y además colombiano, echando tierra a aquel pensar de Menotti quien afirmaba que para ganarle a un equipo colombiano bastaba con decirle que era favorito.

Así que, al llegar a Medellín quiero ver sus declaraciones y busco en internet donde poder verlas o leerlas. Lo que leí a continuación no me cabía en la retina:

“Nada que valga la pena es fácil. Todo hay que trabajarlo con esmero y disciplina.”

Esas palabras deberían volverse parte del himno nacional, repetirlas en los colegios en las mañanas, hacer cartillas escolares, que se vuelvan el ringtone en los celulares de todos, especialmente de los niños. Que en vez de realities, los canales de televisión inviertan en transmitir cuanto evento deportivo haya, en particular aquellos donde estén participando colombianos. Aquello de que “nunca hemos ganado nada” no es más que el pasado. Ahora hemos ganado mucho y así como lo dijo Caterine cuando le dijeron que era la primera medalla de oro para el atletismo colombiano, “vienen muchos más”, y no estaba hablando de ella, en otra muestra de grandeza que no cabe en el mapa del territorio nacional.

Tenemos una oportunidad histórica para cambiar los destinos del país. Es hora que empecemos a ganar también en otros contextos y que mejor escenario para empezar que el Sí al plebiscito para la firma de la paz con las FARC. Decirle Sí al acuerdo es pararse en la pista al igual que Caterine, correr y saltar por un objetivo mayor. Todas las guerras tienen un momento de negociación, y el nuestro más que alegrarnos, ha despertado un ánimo bélico de parte y parte. Se polarizó el país y solo volvemos a ser uno cuando escuchamos que nuestros deportistas están triunfando en los Juegos Olímpicos. Pero los Olímpicos se acaban y nos queda el país, y nos queda una elección que no debería causar ninguna disputa.

Sigo sin entender como hay gente que prefiera que se sigan matando generaciones y generaciones de colombianos, que millones sigan perdiendo sus vidas, sus partes, sus tierras, sus familias enteras, y quieran votar por el No a los acuerdos de PAZ. Pero más allá de convencer al otro, creo que hay que empezar con el convencimiento propio de que la PAZ si se puede lograr. Que al tener la meta tan cerca, tengamos la mentalidad de Caterine y la capacidad para ir a votar por el Sí, convencidos de que esa es la ruta; que no nos quedemos otra vez ahí, a puertas de un cambio que estoy convencido será más positivo que negativo para el país, que no volvamos a ser el país del casi… en este caso, la casi…PAZ.

Créalo Mompi.





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