Monday, September 19, 2011

Winter


El sol alumbra con timidez un frío día en la universidad. El invierno apenas llega y la ciudad ya se empieza a inundar. No solo llueve agua, también llueven paraguas, bufandas, guantes, chompas, buzos, trancones, impaciencia, accidentes, correrías cual corraleja. Le gente en su afán de huirle a la lluvia se olvida a veces que los demás están igual. Que todos somos gente que no nos queremos mojar. Todos parecen de azúcar que con el más mínimo llover se van a deshacer. Estrujones en el METRO “Calidad de Vida”, gente colada en las filas, malas caras por doquier. Baños de agua caliente que se vuelven témpanos de hielo al salir de la ducha. Y apenas empieza el invierno.

Wednesday, September 14, 2011

CHAMPIÑON.


Hoy me he sentado por primera vez en el famosísimo Bulevar Estudiantil. Mesas llenas, mesas vacías, grupos de amigos, parejas y algún que otro solitario que evita la soledad con su amiguita la computadora.

Hace un frio del demonio, tengo los pies mojados, las medias mojadas, los zapatos mojados. Al frente mío, dos estudiantes de algún tipo de diseño elaboran algún tipo de diseño en sus dos “Mac” de diseño. Al lado juegan cartas (no muy bien por cierto) y al otro lado tres niñas bien (si, bien buenas) “estudian” y hacen largas pausas activas para hablar de todo… menos de estudio.
Una niña bien se me acerca ofreciéndome mango biche con sal y limón y yo como buen pobre simulo buscar platica que no hay, para comprar un mango que no me gusta. Pero no me doy por vencido y en cambio le regalo una cajita de chicle que sabrá dios desde hace cuanto está en mi bolsillo. Ahora me siento menos champiñón.
Ya los profes “me distinguen”, debe ser por lo alto, por la pseudo-barba o por la cara de trasnocho. Aún así, me ha ido bien en las clases…claro que ir sobrio ayuda bastante.
Mis proveedoras de tinto oficial aunque me saluden como mis mejores amigas desde hace 20 años, no me reconocen ni por lo alto, ni por la pseudo-barba ni mucho menos por la cara de trasnocho. De lo que si estoy seguro es que soy el único macho alfa de la comarca que les pide “oreja” para el vaso, porque me quemo y se me riega el tinto. En cuanto a mi amigo el portero… todavía tengo varios años para que me salude. Al menos ya no tengo que sacar la liquidación que me identifica como estudiante y primíparo porque me dieron un carnet provisional AMARILLO!!! Será que no había cartulina blanca. A partir de ésta semana tengo correo @upb, dato totalmente intrascendente, pero cada vez me hacen sentir más “bolivariano”… Que tal que fuera chavista.
Este mes se celebran los 75 años de la universidad y como una jugarreta del destino, hay una semana entera dedicada a fiestas, eventos extracurriculares, toldos, carreras de observaciones, de obstáculos, ventas de garaje y más fiestas (gracias baco). Obviamente intentaré dar lo mejor de mí para que esa semana sea una celebración completa y que no se diga que no tengo sentido de pertenencia.
Sigo siendo un champiñón sin mi amiguita la computadora, y mi “vida” universitaria se limita a ser el sapo de la clase, las fotocopias para leer, el tinto, la coca-cola, el ADN, el sudoku y la coca (el almuerzo). Ya no tengo árbol propio, unos invasores se adueñaron de él, y el invierno no ayuda en recuperarlo. Pero me refugio en el coliseo, como, leo y duermo allí. Por equivocación conocí un bloque extra… desafortunada equivocación porque no hay nada que decir, aunque mi hermano me dijo que hay que parchar allá.
Las canchas de micro y de basket me hacen ojitos de manera coqueta, pero ahí si me jodí porque de los 3 compañeros que conozco, 2 juegan para el otro equipo y el tercero batea del otro lado jajajaja.
Aún no entiendo la metodología de las tutorías, el caso es que son puras reuniones de ayuda. Mejor dicho, como leerse varios de los libros que venden en las cajas de unos almacenes con mucho ex!to. En el resto de clases todo bien todo bien como dice el Pibe. Mucho que escribir, mucho que buscar y no tanto tiempo como quisiera.
Esto sigue, pero yo no. Ya estoy muy prendo para seguir escribiendo. Saludos de un “bolivariano” en conversión.

Tuesday, September 6, 2011

El cordón del zapato.


una mujer, una rueda
pinchada, una enfermedad, un
deseo; temores ante ti,
temores que puedes estudiar
como las piezas de un
tablero de ajedrez…
no son las cosas importantes las que
llevan a un hombre al
manicomio. está preparado para la muerte o para
el asesinato, el incesto, el robo, el incendio,
la inundación.
no, es la serie continua de pequeñas tragedias
lo que lleva a un hombre al
manicomio…
no es la muerte de su amor
sino el cordón del zapato que se rompe
cuando tiene prisa.
el horror de la vida.
es ese enjambre de trivialidades
lo que puede matar más deprisa que el cáncer
y siempre están ahí:
la matrícula del coche o los impuestos
o el permiso de conducir caducado
o los contratos o los despidos
hacerlo tú o que te lo hagan o
el estreñimiento
o las multas por exceso de velocidad,
polillas o grillos o ratitas o termitas o
cucarachas o moscas y
la tela metálica que se ha roto,
o pasarse
o no llegar,
la pila atascada o la casera borracha
al presidente no le importa y el gobernador está
loco.
el interruptor de la luz roto, el colchón como
un puerco espín,
105 dólares por la puesta a punto, el carburador y la bomba de
la gasolina en Sears Roebuck,
y el recibo del teléfono que sube y la Bolsa
que baja
y la cadena del retrete que se ha
roto
y la instalación de la luz que se ha quemado,
la luz de la entrada, la luz del frente, la luz de atrás,
la luz del interior; está más
oscuro que el infierno y
es el doble de caro.
y, además, siempre hay ladillas y uñas que se encarnan
y gente que insiste en que son
amigos tuyos;
siempre hay eso y cosas peores:
grifos que gotean, Cristo y la Navidad,
el salami azul, 9 días de lluvia,
50 centavos de aguacates
y embutido de hígado
morado.

o montárselo
de camarera en Norm’s con turno partido,
o de vaciador de
orinales,
o de lavacoches o de pinche cocina
o de ladrón de bolsos de ancianas
que las deja gritando en la acera
con un brazo roto a la edad de
80 años.

de pronto
2 luces rojas en tu espejo retrovisor
y sangre en
la ropa interior;
dolor de muelas y 979 dólares por un puente
o 300 dólares por una muela
de oro,
y China y Rusia y Estado Unidos y
pelo largo y pelo corto y nada de
pelo y barba y sin rostro
y muchos papeles de liar pero ninguna
hierba excepto tal vez la del jardín.

con cada cordón de zapato que se rompe
de entre cien cordones de zapato que se rompen,
un hombre o una mujer o una
cosa
va a parar al
manicomio.

así que ten cuidado
al agacharte.
Bukowski, C. (1993). Peleando a la contra. Barcelona: Editorial Anagrama S.A., 320-322