Aprovechando éstos
días de recogimiento, reflexión y que algunos
todavía dedican a rezar y asistir a los actos católicos propios de la semana santa, pensé en la importancia o no
de la semana santa en mi vida. Totalmente egoísta y sin el más mínimo interés
de hacer de esto un manual, solo aprovecho para decirles lo que pienso de la
semana santa.
Más allá del
discurso, por demás gastado, de rechazar a la iglesia por todo lo que ha hecho,
hoy llegué a una conclusión. La religión tal como el amor, es una cosa de creer
y no hay mejor palabra para eso que la fe. Por eso, por más que el mundo entero
se pare de cabezas para hacerme creer que la semana santa es algo OBLIGATORIO
en la vida, para mí no. Y repito, solo por ésta vez, trataré de obviar
todo lo que pienso de la iglesia como estructura. En simples palabras, puede
venir el papa mismo y con toda la cordialidad del mundo le diré: YO NO CREO. Y
no es no creer en Dios, pues sería un tonto al negar que creo en Dios, pero por
mucho que trate, mi razón no me deja concebir como una semana de “santidad”,
borra toda una vida de maldad. Además de las mil contradicciones, encuentro en
el discurso de la iglesia mil contradicciones.
Para mí la semana
santa se debe aprovechar para descansar, para repensar que se puede estar haciendo
mal y tratar de hacer mejor las cosas. Es la oportunidad perfecta para
encontrar esos espacios familiares tan perdidos o en algunos casos,
inexistentes. Pero si para eso hay que estar metido en una iglesia, mejor paso.
Yo puedo estar en familia en una finca, en la casa, o hasta en la misma
iglesia, cuando no existe ese trasfondo que se le quiere dar siempre, de vida o
muerte. Para existencialismos yo también tuve 15 años.
Mi consejo es
simple, la semana santa, es SU semana santa. Aprovéchela como mejor le parezca,
comparta con quien quiera compartir y si usted es de ir a la iglesia, visitar
santos, hacer procesiones, rezar rosarios, pues hágalo, pero por respeto a
usted y a los otros, hágalo cuando en verdad esté convencido de esto. Que no se
vuelva una cosa de presión, o peor aún de aparentar.
Por el contrario, si
usted no se siente cómodo, si se siente mentiroso sentado en una iglesia,
siguiendo santos o rezando rosarios, pues no lo haga. Haga su propia semana
santa, estudie, lea, váyase de viaje. Siempre he creído que lo peor que le
puede pasar a cada uno como individuo es engañarse a uno mismo.
Entiendo también que
algunas veces cuando vivimos en familia, como yo, hay cosas que así no nos
gusten debemos aceptar y hasta cierto punto compartir. Por eso me parece
estúpido aquel que juzga al católico porque lo es, incluso más estúpido que el
mismo católico que no es capaz de tolerar al otro en la diferencia. No hablar
mal del otro por lo que es o cree es la primera manera de respetarse a uno
mismo.
Hay les dejo pues la
inquietud, yo por mi lado, seguiré tratando de entender este abanico de
pensamientos que me rodean, haber si algún día no hay tanto problema cuando
diga, que en la semana santa, quiero descansar.