Wednesday, December 22, 2010

ESTADIO...ZONA FRANCA.

De antemano aclaro que no soy un asiduo visitante del Atanasio. No hago parte de ninguna barra y posiblemente existen unos fervientes hinchas del rojo de la montaña mucho mas familiarizados con las pequeñeces de mi querido equipo que yo. No obstante y ante nada, me gusta el futbol. Verlo, “jugarlo”, criticarlo y algunas veces me toca gozar con el (ser hincha del rojo y de la selección Colombia es muy duro).
De lo que si no gozo, no disfruto, no aplaudo y mucho menos me enorgullezco es del comportamiento de mis compatriotas en el estadio o como dicen los argentinos: el folcklore (se pronuncia la e al final) del futbol.
Hace unos meses ya, fui por última vez este año al estadio. Era un domingo de esos que hace rato no vemos a causa del invierno. Buen sol, cielo despejado y yo con un guayabo horrible. (Lo del guayabo sigue con invierno y todo). Pero aun así, había que ir a ver al rojo de la montaña, todavía con posibilidades de clasificar a los cuadrangulares contra el último de la tabla en ese momento.
Para no entrar en detalles, se empato 1-1. Agónico como siempre y prácticamente la despedida de las finales.
Y recuerdo mis sensaciones… Ese sinsabor que deja la derrota, pero ante nada la impotencia. Cuando el equipo se retiraba en medio de chiflidos, reclamos y algunas lagrimas, confieso que sentí la necesidad de unirme a la multitud- al fin y al cabo en manada todos somos muy guapos-, pero recordé que a mi me dijeron desde pequeño: al estadio se viene a sufrir y NUNCA a hacer sufrir. Así que me guarde mis “sinsabores”, me termine mi guaro de contrabando, me fume un cigarrillo mas y salí. En las afueras del estadio, todo era desazón, amargura y tristeza, pero curiosamente no hubo desorden.
Y digo curiosamente porque parece que cualquier cosa es excusa para armar alboroto, bochinche, pelea…desmanes propios de gente que no mide las consecuencias pero que además no son castigados por esto. Porque en Colombia parece que los estadios son improvisadas zonas francas- estas nada que ver con Uribe, creo- donde no se castiga o al menos se combaten estos actos.
Pareciera que cuando pagas la boleta, pagas también un salvoconducto, o como el 007, una licencia para matar- no literalmente, aunque suele suceder-; Quemar silletería, trapos, pólvora, bazuco, marihuana, tirar cualquier cantidad de cosas a la cancha, a los jueces, a los jugadores (radios, pilas, pedazos del mismo estadio, palos, botellas etc.), insultar al otro y peor aun, insultar al mismo, a los propios jugadores, técnicos y directivos, se volvió costumbre, casi como una religión, bueno…no tan peligroso.
El cubrimiento excesivo de los medios de comunicación a las barras, a los dueños de estas y a los mal llamados hinchas, porque un tipo que le tira botellas a sus propios jugadores no puede ser llamado hincha, hace además que todo sea visto como parte del juego, y es al resto, a los que como yo, solo queremos ver futbol, nos toca o acostumbrarnos, o no volver.
¿Entonces que hacer? ¿Cómo solucionar el problema? Las soluciones aunque no a la vista las hay. Y digo que las hay con certeza porque hay claras muestras de que el futbol se juega sin violencia.
¿Un asunto cultural? Tal vez, pero así como en el METRO parece que todos fuéramos del viejo continente, en los estadios podemos demostrar de igual manera que se puede disfrutar del espectáculo.
Como el “totono” Grisales lo dijo una vez: El futbol es un deporte de 11 contra 11 y una pelota redonda.